Divulgación científica: una disciplina emergente en México
The Conversation #3
The Conversation es un medio digital internacional donde investigadores y universitarios trabajan en conjunto con periodistas profesionales para publicar artículos de divulgación científica. Dada nuestra relación con el Centro de Investigación sobre las Mediaciones (CREM, por sus siglas en francés) de la Universidad de Lorena, Thibaud Sauvageon (cofundador de Ciencia vagabunda) escribe también para este sitio web.
El texto a continuación es una traducción de su versión original en francés, publicada en septiembre de 2018 en el sitio The Conversation. Se trata de un testimonio sobre el lugar de la divulgación científica en Estados Unidos.
Divulgación de ciencias: una disciplina emergente en México
Extracción de ADN de fresas en un taller organizado en la Ciudad de México por la Asociación “ADN: Aprende y descubre la naturaleza”.
Después de Estados Unidos, le toca a México pasar bajo la lupa de Ciencia vagabunda. Thibaud Sauvageon y Mariana Díaz nos comparten sus impresiones sobre los cambios que vive la comunicación de ciencias en este país.
Volvimos a México después de haber viajado durante dos meses por la costa oeste de Estados Unidos y el sur de Canadá. Esta vez pasamos una temporada en el centro del país y por una feliz casualidad, nuestra estancia coincidió con el congreso bienal que organiza la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica. Este año tuvo lugar en la ciudad de Guanajuato, así que aprovechamos la oportunidad para asistir y encontrarnos con más de trescientos divulgadores provenientes de toda la república e incluso de Centro y Sudamérica. Entre conferencias, talleres, debates y pausas para el café, este evento fue una puerta privilegiada para acceder directo y sin escalas al mundo de la divulgación en México y tomarle la temperatura.
Ya desde 2011, el químico mexicano Aarón Pérez Benítez hablaba sobre la divulgación científica en este país como “una pasión, un reto y un arte… una actividad incomprendida”. Ahora, siete años después… ¿qué tanto ha cambiado el panorama?
Inauguración del congreso bienal organizado por la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica.
Un nicho sólo para apasionados
Lo primero que llamó nuestra atención, fue el desfase entre la labor que realizan los divulgadores y su situación económica y profesional. De acuerdo con Jorge Padilla González, investigador y coautor del estudio “Diagnóstico de la divulgación de la ciencia en América Latina: Una mirada a la práctica en el campo”, sólo uno de cada diez divulgadores es remunerado por sus actividades en este oficio. En la gran mayoría de los casos, el investigador señala que se trata de una práctica completamente voluntaria que científicos, estudiantes y otros miembros de la sociedad deciden emprender por puro amor al arte:
“Por una parte, puede hablarse de que está muy bien, que es altruismo, que es un servicio a la sociedad… Pero por otra parte también significa que la divulgación nunca va a ser profesional. Si un médico tiene el derecho legítimo de ganarse la vida haciendo su actividad como médico, el divulgador también debería poder hacer divulgación y legítimamente vivir de eso”.
Encuentro con Jorge Padilla, coautor del estudio:
“Diagnóstico de la divulgación de la ciencia en América Latina: Una mirada a la práctica en el campo”.
El carácter no profesional de la divulgación científica, señalado por Jorge Padilla, es fácilmente observable. Al platicar con los participantes del congreso, rápidamente surgieron los testimonios de quienes, a pesar del costo relativamente alto para poder asistir, pagaron la inscripción con dinero de su propio bolsillo. Y es que en muchas instituciones el presupuesto destinado a la comunicación de la ciencia es precario, por lo que resulta bastante común ver que los divulgadores inviertan dinero propio en la compra de equipo de trabajo (cámaras, micrófonos…) o en eventos de este tipo. En pocas palabras, para muchos de ellos la divulgación implica más gastos que ganancias.
Si bien, ésta no es la situación más deseable, sí tiene una ventaja: ese filtro de dificultades hace que el mundo de la divulgación en México esté constituido principalmente por gente apasionada. Quienes están ahí trabajan sin contar las horas, redoblando esfuerzos y creatividad para promover una comunicación científica de calidad. Y en un contexto institucional más bien desfavorable, el ambiente no es de competencia, sino de solidaridad y de cooperación. Aquí, donde los divulgadores siguen siendo pocos frente a la enorme población mexicana, todo aquel que quiere integrarse, encuentra un lugar. Ya se trate de museos, talleres, revistas, blogs… la variedad de formatos y de medios para ejercer es amplia y el terreno por explorar sigue extenso en el horizonte.
La nueva ola de divulgadores 2.0
Desde hace algunos años, el uso masivo y diverso de internet ha transformado el rostro de la divulgación científica. Este fenómeno puede ser visto tanto a escala global como local. En México, numerosos proyectos han sido montados de manera independiente por estudiantes y aficionados que ven en internet una tribuna abierta y accesible. Blogs, canales de YouTube, redes sociales… Esta generación domina las nuevas tecnologías y provoca una producción exponencial de contenidos científicos de calidad, que tocan a un público cada vez más grande.
Lejos de los medios tradicionales, los jóvenes youtubers-divulgadores mexicanos han creado una sólida comunidad que produce proyectos colaborativos y que se mantiene en constante comunicación a través de un grupo de WhatsApp y Facebook. Norberto Espíritu, estudiante de un doctorado en astrofísica y miembro del equipo de youtubers “Astrofísicos en acción”, nos habla de su relación con los medios tradicionales:
“Entre divulgadores, existe un tipo de competencia, pero es una competencia divertida. No competimos contra el periódico de nuestra ciudad, ni contra otra institución. Competimos contra otros YouTubers para ver quién saca primero un contenido. El objetivo de Astrofísicos en Acción nunca ha sido reemplazar a los medios tradicionales. Creemos que las redes sociales y los medios tradicionales son complementarios porque tienen públicos totalmente distintos”.
Norberto Espíritu, del canal de YouTube “Astrofísicos en Acción”, nos cuenta su experiencia como YouTuber y divulgador.
En general, esta ola de divulgadores 2.0 es bien recibida por los veteranos del medio. La diferencia generacional es muy evidente, pero justo en ello reside el mutuo reconocimiento: Ya sea por la experiencia de muchos años en el campo, o por la energía creativa de la juventud, todos tienen algo que aprenderle al otro.
“¡No somos porristas de las ciencias!”
Mientras la comunicación científica cambia de forma, la naturaleza misma de sus contenidos debe ser también repensada. Esto es lo que opina Aline Guevara Villegas, filósofa de la ciencia y responsable de la comunicación en el Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México. De acuerdo con ella, el comunicador de ciencias no tiene sólo el deber de informar. Tiene también y sobre todo, un rol social y político que jugar.
“El problema con la divulgación tradicional, es que habla por el interés científico. La comunicación en la que tenemos que pensarnos seriamente, habla por la intersección entre ese interés y el del publico. No somos los porristas de la ciencia, ni los que le echan tierra a cada rato. Somos la discusión entre el interés científico y el interés público”.
Aline Guevara Villegas nos recibe en las instalaciones del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aline Guevara lleva varios años trabajando en la comunicación de un proyecto científico internacional: el observatorio HAWC. Este observatorio de rayos cósmicos fue instalado en 2009 sobre el volcán Sierra Negra, en el estado de Puebla. Sin embargo, su llegada causó mucha desconfianza entre las comunidades locales. Se trata de un sitio clasificado como reserva natural, donde sus habitantes, además de vivir bajo la reglamentación correspondiente, enfrentan muchas dificultades para abastecerse de agua. Así pues, el uso de 54 000 m3 de agua cristalina, necesaria para el funcionamiento del observatorio, ha sido difícilmente aceptado. En este contexto, Guevara Villegas apunta que el objetivo de la comunicación de ciencias no consiste en satisfacer la curiosidad de la gente:
“Como comunicadores, buscamos estos puntos donde comunidad científica y comunidades locales coinciden en un tema que puede convertirse en un potencial conflicto, en un potencial problema de interés. En nuestro caso, uno de estos puntos, es el agua. […] En todo esto, va incluida la cuestión de la ciencia y de los rayos cósmicos. Entonces sí hablamos de rayos cósmicos, pero eso no es nuestra función principal. Nuestro objetivo es que ambas partes entiendan lo que cada una necesita de la otra.”
En este caso, la comunicación no sucede de manera vertical (desde los científicos hacia la población) sino bilateral. Por ello, Aline Guevara promueve la inclusión de investigadores en los procesos de divulgación, así como la formación de profesionales en comunicación científica. Ella considera que, más que el público, el principal objeto de estudio del mediador científico, son los investigadores.
Un largo camino hacia la profesionalización
Los encuentros que tuvimos y todo lo que observamos durante nuestra estancia en México nos hacen pensar que la comunicación de la ciencia en este país vive una profunda transformación. La tendencia hacia la creación de formaciones universitarias dedicadas a la divulgación es cada vez mayor; surgen nuevas revistas científicas especializadas; las redes de divulgadores crecen y se organizan… Poco a poco, la divulgación científica transita hacia su consolidación como una disciplina. Y en este proceso, México es considerado como un pionero dentro de Latinoamérica. Ahora que retomamos la ruta con rumbo al sur, vamos decididos a recorrer el resto del continente aguzando el ojo para ver si es así.
Estamos seguros de que el viaje aún nos reserva encuentros inesperados y nuevos elementos de reflexión. ¿Cómo se hace la ciencia en Cuba y en Centroamérica?, ¿cómo se comunica sobre ella? Para saberlo, ¡no te pierdas las próxima crónicas!
Si no quieres esperar, puedes seguir nuestro itinerario en tiempo real y ver los reportajes que hacemos en nuestro sitio internet o seguirnos en las redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram).
¡Hasta pronto!
Thibaud Sauvageon, Reportero independiente, cofundador de Ciencia vagabunda e investigador asociado en el laboratorio del CREM, Universidad de Lorena
Traducción: Mariana Díaz
Divulgación científica: una disciplina emergente en México
The Conversation #3
The Conversation es un medio digital internacional donde investigadores y universitarios trabajan en conjunto con periodistas profesionales para publicar artículos de divulgación científica. Dada nuestra relación con el Centro de Investigación sobre las Mediaciones (CREM, por sus siglas en francés) de la Universidad de Lorena, Thibaud Sauvageon (cofundador de Ciencia vagabunda) escribe también para este sitio web.
El texto a continuación es una traducción de su versión original en francés, publicada en septiembre de 2018 en el sitio The Conversation. Se trata de un testimonio sobre el lugar de la divulgación científica en Estados Unidos.
Divulgación de ciencias: una disciplina emergente en México
Extracción de ADN de fresas en un taller organizado en la Ciudad de México por la Asociación “ADN: Aprende y descubre la naturaleza”.
Después de Estados Unidos, le toca a México pasar bajo la lupa de Ciencia vagabunda. Thibaud Sauvageon y Mariana Díaz nos comparten sus impresiones sobre los cambios que vive la comunicación de ciencias en este país.
Volvimos a México después de haber viajado durante dos meses por la costa oeste de Estados Unidos y el sur de Canadá. Esta vez pasamos una temporada en el centro del país y por una feliz casualidad, nuestra estancia coincidió con el congreso bienal que organiza la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica. Este año tuvo lugar en la ciudad de Guanajuato, así que aprovechamos la oportunidad para asistir y encontrarnos con más de trescientos divulgadores provenientes de toda la república e incluso de Centro y Sudamérica. Entre conferencias, talleres, debates y pausas para el café, este evento fue una puerta privilegiada para acceder directo y sin escalas al mundo de la divulgación en México y tomarle la temperatura.
Ya desde 2011, el químico mexicano Aarón Pérez Benítez hablaba sobre la divulgación científica en este país como “una pasión, un reto y un arte… una actividad incomprendida”. Ahora, siete años después… ¿qué tanto ha cambiado el panorama?
Inauguración del congreso bienal organizado por la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica.
Un nicho sólo para apasionados
Lo primero que llamó nuestra atención, fue el desfase entre la labor que realizan los divulgadores y su situación económica y profesional. De acuerdo con Jorge Padilla González, investigador y coautor del estudio “Diagnóstico de la divulgación de la ciencia en América Latina: Una mirada a la práctica en el campo”, sólo uno de cada diez divulgadores es remunerado por sus actividades en este oficio. En la gran mayoría de los casos, el investigador señala que se trata de una práctica completamente voluntaria que científicos, estudiantes y otros miembros de la sociedad deciden emprender por puro amor al arte:
“Por una parte, puede hablarse de que está muy bien, que es altruismo, que es un servicio a la sociedad… Pero por otra parte también significa que la divulgación nunca va a ser profesional. Si un médico tiene el derecho legítimo de ganarse la vida haciendo su actividad como médico, el divulgador también debería poder hacer divulgación y legítimamente vivir de eso”.
Encuentro con Jorge Padilla, coautor del estudio:
“Diagnóstico de la divulgación de la ciencia en América Latina: Una mirada a la práctica en el campo”.
El carácter no profesional de la divulgación científica, señalado por Jorge Padilla, es fácilmente observable. Al platicar con los participantes del congreso, rápidamente surgieron los testimonios de quienes, a pesar del costo relativamente alto para poder asistir, pagaron la inscripción con dinero de su propio bolsillo. Y es que en muchas instituciones el presupuesto destinado a la comunicación de la ciencia es precario, por lo que resulta bastante común ver que los divulgadores inviertan dinero propio en la compra de equipo de trabajo (cámaras, micrófonos…) o en eventos de este tipo. En pocas palabras, para muchos de ellos la divulgación implica más gastos que ganancias.
Si bien, ésta no es la situación más deseable, sí tiene una ventaja: ese filtro de dificultades hace que el mundo de la divulgación en México esté constituido principalmente por gente apasionada. Quienes están ahí trabajan sin contar las horas, redoblando esfuerzos y creatividad para promover una comunicación científica de calidad. Y en un contexto institucional más bien desfavorable, el ambiente no es de competencia, sino de solidaridad y de cooperación. Aquí, donde los divulgadores siguen siendo pocos frente a la enorme población mexicana, todo aquel que quiere integrarse, encuentra un lugar. Ya se trate de museos, talleres, revistas, blogs… la variedad de formatos y de medios para ejercer es amplia y el terreno por explorar sigue extenso en el horizonte.
La nueva ola de divulgadores 2.0
Desde hace algunos años, el uso masivo y diverso de internet ha transformado el rostro de la divulgación científica. Este fenómeno puede ser visto tanto a escala global como local. En México, numerosos proyectos han sido montados de manera independiente por estudiantes y aficionados que ven en internet una tribuna abierta y accesible. Blogs, canales de YouTube, redes sociales… Esta generación domina las nuevas tecnologías y provoca una producción exponencial de contenidos científicos de calidad, que tocan a un público cada vez más grande.
Lejos de los medios tradicionales, los jóvenes youtubers-divulgadores mexicanos han creado una sólida comunidad que produce proyectos colaborativos y que se mantiene en constante comunicación a través de un grupo de WhatsApp y Facebook. Norberto Espíritu, estudiante de un doctorado en astrofísica y miembro del equipo de youtubers “Astrofísicos en acción”, nos habla de su relación con los medios tradicionales:
“Entre divulgadores, existe un tipo de competencia, pero es una competencia divertida. No competimos contra el periódico de nuestra ciudad, ni contra otra institución. Competimos contra otros YouTubers para ver quién saca primero un contenido. El objetivo de Astrofísicos en Acción nunca ha sido reemplazar a los medios tradicionales. Creemos que las redes sociales y los medios tradicionales son complementarios porque tienen públicos totalmente distintos”.
Norberto Espíritu, del canal de YouTube “Astrofísicos en Acción”, nos cuenta su experiencia como YouTuber y divulgador.
En general, esta ola de divulgadores 2.0 es bien recibida por los veteranos del medio. La diferencia generacional es muy evidente, pero justo en ello reside el mutuo reconocimiento: Ya sea por la experiencia de muchos años en el campo, o por la energía creativa de la juventud, todos tienen algo que aprenderle al otro.
“¡No somos porristas de las ciencias!”
Mientras la comunicación científica cambia de forma, la naturaleza misma de sus contenidos debe ser también repensada. Esto es lo que opina Aline Guevara Villegas, filósofa de la ciencia y responsable de la comunicación en el Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México. De acuerdo con ella, el comunicador de ciencias no tiene sólo el deber de informar. Tiene también y sobre todo, un rol social y político que jugar.
“El problema con la divulgación tradicional, es que habla por el interés científico. La comunicación en la que tenemos que pensarnos seriamente, habla por la intersección entre ese interés y el del publico. No somos los porristas de la ciencia, ni los que le echan tierra a cada rato. Somos la discusión entre el interés científico y el interés público”.
Aline Guevara Villegas nos recibe en las instalaciones del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aline Guevara lleva varios años trabajando en la comunicación de un proyecto científico internacional: el observatorio HAWC. Este observatorio de rayos cósmicos fue instalado en 2009 sobre el volcán Sierra Negra, en el estado de Puebla. Sin embargo, su llegada causó mucha desconfianza entre las comunidades locales. Se trata de un sitio clasificado como reserva natural, donde sus habitantes, además de vivir bajo la reglamentación correspondiente, enfrentan muchas dificultades para abastecerse de agua. Así pues, el uso de 54 000 m3 de agua cristalina, necesaria para el funcionamiento del observatorio, ha sido difícilmente aceptado. En este contexto, Guevara Villegas apunta que el objetivo de la comunicación de ciencias no consiste en satisfacer la curiosidad de la gente:
“Como comunicadores, buscamos estos puntos donde comunidad científica y comunidades locales coinciden en un tema que puede convertirse en un potencial conflicto, en un potencial problema de interés. En nuestro caso, uno de estos puntos, es el agua. […] En todo esto, va incluida la cuestión de la ciencia y de los rayos cósmicos. Entonces sí hablamos de rayos cósmicos, pero eso no es nuestra función principal. Nuestro objetivo es que ambas partes entiendan lo que cada una necesita de la otra.”
En este caso, la comunicación no sucede de manera vertical (desde los científicos hacia la población) sino bilateral. Por ello, Aline Guevara promueve la inclusión de investigadores en los procesos de divulgación, así como la formación de profesionales en comunicación científica. Ella considera que, más que el público, el principal objeto de estudio del mediador científico, son los investigadores.
Un largo camino hacia la profesionalización
Los encuentros que tuvimos y todo lo que observamos durante nuestra estancia en México nos hacen pensar que la comunicación de la ciencia en este país vive una profunda transformación. La tendencia hacia la creación de formaciones universitarias dedicadas a la divulgación es cada vez mayor; surgen nuevas revistas científicas especializadas; las redes de divulgadores crecen y se organizan… Poco a poco, la divulgación científica transita hacia su consolidación como una disciplina. Y en este proceso, México es considerado como un pionero dentro de Latinoamérica. Ahora que retomamos la ruta con rumbo al sur, vamos decididos a recorrer el resto del continente aguzando el ojo para ver si es así.
Estamos seguros de que el viaje aún nos reserva encuentros inesperados y nuevos elementos de reflexión. ¿Cómo se hace la ciencia en Cuba y en Centroamérica?, ¿cómo se comunica sobre ella? Para saberlo, ¡no te pierdas las próxima crónicas!
Si no quieres esperar, puedes seguir nuestro itinerario en tiempo real y ver los reportajes que hacemos en nuestro sitio internet o seguirnos en las redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram).
¡Hasta pronto!
Thibaud Sauvageon, Reportero independiente, cofundador de Ciencia vagabunda e investigador asociado en el laboratorio del CREM, Universidad de Lorena
Traducción: Mariana Díaz
12 octubre, 2018 @ 03:06
Qué interesante la comparación en los procesos de divulgación que están identificando entre países!
Me gusta mucho leer sus conversaciones, Thibo y Mariana. Nos ofrecen una perspectiva que sinceramente no había siquiera pensado, con respecto a la diferencia en la forma de hacer y sobre todo divulgar el conocimiento de un lugar a otro.
Me encanta leerlos!! … y por cierto intenté entrar al video «Catalizador de encuentros» y no pude acceder a él. Al parecer ya no está disponible, para que lo resuelvan, GRACIAS POR LLEVARME EN SU MALETA!!!
Los quiero mucho!