Dos meses en el norte etapa #2
“Dos meses” suena a poco tiempo. Pero cuando uno anda con la mochila al hombro, cambiando de ciudad cada semana y conociendo a personas nuevas todos los días, suceden tantas cosas que esos dos meses parecen seis.

Así nos pasó a nosotros. Cuando salimos de La Paz (México), no sabíamos qué esperar (y ¿cómo saberlo?, si a veces es imposible adivinar dónde dormiremos la próxima semana o con quién compartiremos el desayuno al día siguiente). Cuando uno se va de vacaciones tiene el tiempo limitado y es mejor tener todo previsto. Pero nosotros no íbamos precisamente de vacaciones y preferimos resolver todo poco a poco, sobre la marcha.
La magia de no planear demasiado
Es cierto que tampoco tuvimos todo el tiempo del mundo. Por un error, al entrar a Estados Unidos el pasaporte de Thibaud quedó marcado con fecha de regreso para dos meses después, en vez de tres (que es lo normal para un ciudadano europeo y lo que nosotros planeábamos como estancia). Fue así como, en los primeros minutos sobre territorio estadounidense, tuvimos que asimilar la idea de pasar un mes menos de lo que habíamos pensado inicialmente. Cuando las circunstancias cambian frecuentemente y sin previo aviso, uno termina por acostumbrarse a oponer poca resistencia y a adaptarse continuamente.

También es difícil planear todo perfectamente cuando tu plan (valga la redundancia) es dormir en casa de locales. Nosotros decidimos hacerlo así, utilizando la plataforma de Couchsurfing y fue uno de los factores más interesantes en el viaje: a veces estresante, pero siempre satisfactorio. Estresante porque puedes enviar cincuenta solicitudes para dormir en casa de lugareños, y nunca sabes cuándo te van a responder. A veces nadie responde… o si lo hacen, es sólo para avisarte que no podrán recibirte. En un par de ocasiones (como en San Francisco y en Washington) temimos no encontrar dónde quedarnos, pero siempre hubo quién saliera al rescate de último minuto.
Un viaje de contrastes
Lo maravilloso de esta forma de viajar es que tienes la oportunidad de conocer a personas de todo tipo: estudiantes, jubilados, familias con hijos pequeños, personas “de izquierda” y “de derecha”… Sin importar las características particulares de cada anfitrión, nos tocó llegar siempre a casa de personas amables, dispuestas a ayudarnos y darnos consejos para conocer su ciudad. Nos tocó tener con ellos conversaciones divertidísimas y otras tantas muy profundas. Nos tocó conocer el lado más generoso de muchas personas que, sin conocernos previamente, nos prestaron las llaves de su casa y nos hicieron sentir como en familia.
Por otro lado, también fuimos testigos del ambiente hostil al que muchos inmigrantes y sus descendientes se enfrentan cada día. Un pequeño ejemplo: En Portland, íbamos en autobús hacia el centro de la ciudad, cuando un señor nos escuchó hablando español e interrumpió la conversación para decirnos (enojadísimo) que deberíamos “regresar a nuestro país” o “hablar en inglés porque ese es el idioma en Estados Unidos”. Historias como esa y mucho peores, se cuentan por decenas o cientos en la vida de muchísimas personas, pero la verdad es que nosotros atestiguamos más muestras de solidaridad que de discriminación. Frente a una historia desagradable tuvimos otras veinte que nos llenaron de agradecimiento. Fueron varios los desconocidos simpáticos que nos invitaron una comida, que nos desearon buena suerte en el viaje o que nos ayudaron en un momento desesperado.

Finalmente, el gran “plus” que nos ha dado este proyecto (además del viaje en sí mismo) es la posibilidad de pasar tiempo de calidad con personas brillantes, investigadores de distintas disciplinas científicas que en cada reportaje nos abren las puertas de sus laboratorios y oficinas. Con cada entrevista surgen nuevos temas para reflexionar, nuevas preguntas y nuevas perspectivas para abordarlos.
Aprender del mundo y extender nuestros horizontes es apasionante tanto en nuestra calidad de viajeros como de mediadores científicos. Por eso, aunque dos meses no es mucho tiempo, muy pronto tendremos que conseguir nuevos cuadernos para seguir llenándolos de notas y anécdotas de todos lados.
Aquí va un resumen en video de los dos primeros meses de nuestro viaje. Si aún no has visto el video anterior, sobre nuestra estancia en California, puedes ir a verlo por aquí.
“Dos meses” suena a poco tiempo. Pero cuando uno anda con la mochila al hombro, cambiando de ciudad cada semana y conociendo a personas nuevas todos los días, suceden tantas cosas que esos dos meses parecen seis.

Así nos pasó a nosotros. Cuando salimos de La Paz (México), no sabíamos qué esperar (y ¿cómo saberlo?, si a veces es imposible adivinar dónde dormiremos la próxima semana o con quién compartiremos el desayuno al día siguiente). Cuando uno se va de vacaciones tiene el tiempo limitado y es mejor tener todo previsto. Pero nosotros no íbamos precisamente de vacaciones y preferimos resolver todo poco a poco, sobre la marcha.
La magia de no planear demasiado
Es cierto que tampoco tuvimos todo el tiempo del mundo. Por un error, al entrar a Estados Unidos el pasaporte de Thibaud quedó marcado con fecha de regreso para dos meses después, en vez de tres (que es lo normal para un ciudadano europeo y lo que nosotros planeábamos como estancia). Fue así como, en los primeros minutos sobre territorio estadounidense, tuvimos que asimilar la idea de pasar un mes menos de lo que habíamos pensado inicialmente. Cuando las circunstancias cambian frecuentemente y sin previo aviso, uno termina por acostumbrarse a oponer poca resistencia y a adaptarse continuamente.

También es difícil planear todo perfectamente cuando tu plan (valga la redundancia) es dormir en casa de locales. Nosotros decidimos hacerlo así, utilizando la plataforma de Couchsurfing y fue uno de los factores más interesantes en el viaje: a veces estresante, pero siempre satisfactorio. Estresante porque puedes enviar cincuenta solicitudes para dormir en casa de lugareños, y nunca sabes cuándo te van a responder. A veces nadie responde… o si lo hacen, es sólo para avisarte que no podrán recibirte. En un par de ocasiones (como en San Francisco y en Washington) temimos no encontrar dónde quedarnos, pero siempre hubo quién saliera al rescate de último minuto.
Un viaje de contrastes
Lo maravilloso de esta forma de viajar es que tienes la oportunidad de conocer a personas de todo tipo: estudiantes, jubilados, familias con hijos pequeños, personas “de izquierda” y “de derecha”… Sin importar las características particulares de cada anfitrión, nos tocó llegar siempre a casa de personas amables, dispuestas a ayudarnos y darnos consejos para conocer su ciudad. Nos tocó tener con ellos conversaciones divertidísimas y otras tantas muy profundas. Nos tocó conocer el lado más generoso de muchas personas que, sin conocernos previamente, nos prestaron las llaves de su casa y nos hicieron sentir como en familia.
Por otro lado, también fuimos testigos del ambiente hostil al que muchos inmigrantes y sus descendientes se enfrentan cada día. Un pequeño ejemplo: En Portland, íbamos en autobús hacia el centro de la ciudad, cuando un señor nos escuchó hablando español e interrumpió la conversación para decirnos (enojadísimo) que deberíamos “regresar a nuestro país” o “hablar en inglés porque ese es el idioma en Estados Unidos”. Historias como esa y mucho peores, se cuentan por decenas o cientos en la vida de muchísimas personas, pero la verdad es que nosotros atestiguamos más muestras de solidaridad que de discriminación. Frente a una historia desagradable tuvimos otras veinte que nos llenaron de agradecimiento. Fueron varios los desconocidos simpáticos que nos invitaron una comida, que nos desearon buena suerte en el viaje o que nos ayudaron en un momento desesperado.

Finalmente, el gran “plus” que nos ha dado este proyecto (además del viaje en sí mismo) es la posibilidad de pasar tiempo de calidad con personas brillantes, investigadores de distintas disciplinas científicas que en cada reportaje nos abren las puertas de sus laboratorios y oficinas. Con cada entrevista surgen nuevos temas para reflexionar, nuevas preguntas y nuevas perspectivas para abordarlos.
Aprender del mundo y extender nuestros horizontes es apasionante tanto en nuestra calidad de viajeros como de mediadores científicos. Por eso, aunque dos meses no es mucho tiempo, muy pronto tendremos que conseguir nuevos cuadernos para seguir llenándolos de notas y anécdotas de todos lados.
Aquí va un resumen en video de los dos primeros meses de nuestro viaje. Si aún no has visto el video anterior, sobre nuestra estancia en California, puedes ir a verlo por aquí.
1 agosto, 2018 @ 21:04
Felicidades Mari y Thibaud!
Que experiencia tan padre e interesante! Les deseamos mucho éxito..
Besitos,
Are, Philipp y Sofia